A la mañana siguiente corrió un rumor de muerte. Quienes lo conocían no creyeron la historia tan fácil. Es verdad que desde que empezaron los problemas económicos se notaba diferente, con un aire de infelicidad pero nunca imaginaron que estuviera tan desesperado como para robar. Su nombre era Justo, tenía 19 años, era noble y sosegado. Venía de una familia fragmentada, con abuela materna y hermanita. Vivían en un barrio popular de la ciudad de Cali. El padre no los conoció y la madre trabajaba cuidando a un anciano, tiempo completo en Jamundí. Por sus amistades, Justo siempre estuvo cerca a la delincuencia. Aprendió de sus más ilustres compañeros todos los trucos para robar. Su condición de hombre de hogar y su naturaleza inocente lo habían hecho alejarse de las aventuras, manteniéndose al margen del vandalismo en la ciudad. Algunos cuentan que murió en medio de una pelea callejera, en el intento de proteger a una hermosa rubia por la cual cinco tipos se peleaban; otros dicen que la rubia iba a ser robada por cinco tipos y Justo intervino en la hazaña; unos cuantos dijeron lo contrario, que él iba a ser robado por cinco tipos y una rubia lo impidió. En cualquiera de los casos hay cinco tipos, una rubia y un joven llamado Justo que termina apuñalado sanguinariamente en una calle de Cali.