Quién diría que en tan corto tiempo tomaría la decisión más importante de mi vida. Empezó como una idea, luego creció y se convirtió en una meta. Al final, ya era una elección de vida.Pienso que todo se resume en esos lejanos días vividos en la Fundación Valle del Lili. Me levanté extasiada puesto que ese día y durante una semana, estaría en un ambiente clínico. Me sería permitido presenciar las funciones desempeñadas por un médico para convencerme por completo de que esa era la vocación de mi vida. A las 7 de la mañana ya estaba en las puertas de la institución; antes de cruzar el umbral, me detuve a contemplar aquella magnífica obra de arquitectura. De un momento a otro no sabía qué hacer. Empecé a tener una mezcla de emociones. Sentía que se me escapaba el aliento. Estaba emocionada por descubrir miles de cosas inciertas que me desvelaban en las noches y para las cuales nunca tuve respuesta; al mismo tiempo, tenía miedo pues no sabía cómo reaccionaría ante el sufrimiento ajeno. La curiosidad me ganó y con paso firme, crucé las enormes puertas que me daban la bienvenida.